La epilepsia se produce como consecuencia de una descarga eléctrica anómala de las neuronas cerebrales. En general la mayoría de los fenómenos epilépticos en la edad pediátrica son de carácter benigno y posiblemente transitorio. En el caso de que no lo sea, existen una gran variedad de fármacos que permiten el control adecuado de las crisis epilépticas.
En aquellos casos refractarios al tratamiento médico o bien aquellos en los que exista una malformación congénita o algún otro factor desencadenante es conveniente realizar un abordaje multidisciplinar por un equipo formado por neuropediatras, neurocirujanos y neurofisiólogos y la realización de una serie de pruebas complementarias como son la RM craneal, el vídeo EEG o bien una monitorización invasiva a nivel cortical para identificar el área epileptógena. Todo ello nos va a permitir seleccionar al candidato adecuado para realizar la cirugía (hipocampectomia con amigdalectomía, resección de la lesión cerebral epileptógena…).
En otros casos en los que no existe una lesión cerebral causante de las crisis y no se consigue un adecuado control con fármacos se puede plantear la colocación de un estimulador del nervio vago el cual envía a través del nervio vago estímulos eléctricos al tronco del encéfalo y este a otras zonas del cerebro pudiendo controlar así la epilepsia.